El periodista encendió su grabadora y se dispuso a cumplir con la compleja tarea de entrevistar a aquel extraño y controvertido director de cine. Iba precavido, pues sus compañeros de profesión le habían asegurado que aquel hombre estaba medio loco, y que le podía dar las respuestas más descabelladas. –Ve preparado para escuchar cualquier cosa, le habían dicho.Periodista: ¿Podría contar para los lectores de mi revista, cual fue el motivo que lo llevó a hacer del cine la profesión de su vida?Director: Los gatos.Periodista: ¿Cómo que los gatos? Respondió aquel.Director: No le miento ni le tomo el pelo. Los gatos me llevaron al cine. Le contaré.Hasta los 14 años el cine no era para mí gran cosa. De hecho iba poco, pero por esas fechas sucedió algo en mi vida que me ató al cine para siempre. Estaba yo en el jardín de mi casa jugando con mis dos gatos. Mi juego preferido consistía en lanzarlos para la casa del vecino. Luego los llamaba: “misi misi”, y ellos regresaban obedientes.Pero un buen día los gatos no regresaron. Esperé unos minutos junto a la tapia, pero nada. Así que intrigado busqué una escalera y me asomé al otro lado del muro. Una vez allí pude ver junto a la piscina del vecino a una chica de unos 20 años dándose una ducha. Estaba completamente desnuda. Imagínese usted. Era la primera vez que veía a una mujer desnuda delante de mí, y la visión de aquel cuerpo perfecto, de aquellos pechos de infarto, de aquel cabello agradecido, de aquella piel dorada y jugosa, de su sexo húmedo y enloquecedor, me dejaron paralizado. No podía quitar mis ojos de aquella escultura viva y sensual.Allí estuve hipnotizado varios minutos, hasta que la madre de la chica llegó y me vio allí hecho todo un fisgón. Me gritó que me bajara de allí inmediatamente. Y mientras abandonaba a la carrera aquel lugar, escuché su voz que decía:
-Esto no se va a quedar así. Esta misma noche iré a hablar con tus padres.
Así que me duché temprano y esa noche temprano me fui al cine. Pero al regresar, constaté que aquella señora no había estado por allí, así que al día siguiente volví al cine, y así muchas noches seguidas hasta que el cine me atrapó. ¿Ves que no mentía cuando dije que los gatos me habían llevado al cine?
TADEO
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