lunes, 14 de mayo de 2007

EN CUEROS


EN CUEROS

El fotógrafo norteamericano Spencer Tunick tiene el don de hacer que miles de personas al unísono puedan convivir en total desnudez rompiendo de ese modo las barreras del pudor, las cuales han sido cimentadas en la mente de los hombres durante siglos.

Es curioso que mientras el ser humano a lo largo del siglo XX ha ido echando abajo muchas de las barreras mentales heredadas de aquellas sociedades que nos precedieron, el desnudo sigue estando ahí como uno de los tabúes más grandes a vencer.

Cuando veo a la gente desnudándose delante de sus semejantes, lo mismo en estas poses artísticas, como en las playas nudistas, me pregunto qué pasará por la mente de los protagonistas en ese momento.

Por ser cubano, mi experiencia en el mundo del nudismo es muy limitada. Cierto es que en la isla caribeña somos bastante desinhibidos a la hora de hablar y practicar sexo, pero no tenemos experiencias nudistas, pues es algo que no se permite en nuestras playas.

Apenas he leído artículos de opinión donde se plantee el tema de la posibilidad de permitir las prácticas naturistas para cubanos en nuestras deliciosas playas. No sé qué opinión tendrán al respecto las autoridades de la isla.

Sí puedo decir que tuve la oportunidad de visitar alguna vez playas nudistas en España y la experiencia fue intensa y liberadora.

Recuerdo que la primera vez que fui a una de estas playas, no fui capaz de alejarme de mi toalla. Me mantuve en ella, y me puse el traje de baño para entrar al agua. Pero en mi posterior visita, ya me animé a bañarme desnudo y a preocuparme poco por mis tabúes.

En Cuba existen varias leyendas urbanas sobre las playas nudistas. Muchas veces escuché en la isla decir a la gente aquello de que en esas playas había policías vigilando a la gente para ver si tenían erecciones, y que en caso de que eso ocurriera, te ganabas que te echaran de ese lugar.

Cuando le conté esto a mis amigos españoles, se reían, porque no concebían que a alguien se le ocurriera una idea tan descabellada.

Una vez desnudo y paseándome por aquellas playas, y disfrutando del contacto directo con la naturaleza, y también, (como no) de la belleza del cuerpo desnudo de las féminas, y de la belleza del acto de estar allí compartiendo nuestros cuerpos, sentí que todos esos tabúes relacionados con la desnudez, pesaban mucho, que era como un pesado lastre, y comprendí entonces, que más tarde o más temprano, el ser humano terminará liberándose de ellos.

Si nos ponemos a pensar, resulta descabellado que cueste tanto trabajo liberarnos de nuestros cuerpos, que vivamos dentro de un vehículo, que se convierte en un verdadero problema de portar, no sólo por lo pesado que es, por la necesidad de alimentarlo, por lo frágil y propenso a las enfermedades, sino también porque no podemos mostrarlo en público tal y como es porque nos da vergüenza y porque vivimos todavía en un mundo donde mostrar el cuerpo públicamente puede ser entendido como una provocación o un acto de indecencia.

Spencer Tunick ha creado para miles y miles de personas de todo el mundo, el marco ideal para poderse liberar lo más posible de la pesada carga de sus propios cuerpos. Nunca es más consciente de que aparte de cuerpo, tenemos un alma, un vehículo superior e inmaterial, que cuando, por darle protagonismo al cuerpo, de algún modo se lo quitamos, porque deja de ser nuestro tesoro, deja de ser nuestro santo santorum sólo destinado a ser visto, tocado y gozado por unos pocos elegidos.

Creo que esta actitud hacia el cuerpo, nos va acercando cada vez más a nuestra verdadera esencia humana, y nos va a permitir experimentar esa sensación mágica de sentirnos verdaderamente hermanados con la humanidad, como lo que somos realmente: células de un mismo cuerpo.

TADEO

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