lunes, 23 de abril de 2007

¿SERÁ QUE SERÉ CULÉ?


He llegado a la triste conclusión de que el resultado de los partidos de Primera División de la liga española de fútbol, consiguen influir sobre mi carácter. Y lo más curioso es que acabo de descubrir ciertas preferencias por determinados equipos. Hace ya algún tiempo que noto que me entristecen las derrotas del Barcelona, y que sus victorias me producen alegría.

Al llegar a este país, veía los partidos sin importarme demasiado quiénes se dejaban la piel en el terreno de juego. Lo mío era disfrutar del espectáculo y punto. Procuraba no perderme los partidos de los grandes equipos, como el Valencia, el Real Madrid, aquel Deportivo de la Coruña de Makay y Valerón, etc. `

Pero he ido notando poco a poco, que me he ido contagiando con el modo de jugar del Barcelona. Luego, la llegada de Ronaldiño a ese equipo con su juego bonito y espectacular, la incorporación de Leo Messi, entre otros, ha hecho que empiece a sentir predilección por este equipo.

Este mismo fin de semana, en que el Barça ha perdido, noto que me he empezado a sentir algo tristón desde el momento en punto en que supe la noticia. No fue tan malo porque Rafa Nadal le ganó a Federer, y por lo menos, ha hecho de este fin de semana, un fin de semana agridulce. No quiero ni contarles lo que me pasa cuando pierden Barça y Nadal.

No lo sé, a lo mejor debería hacerme fans de Fernando Alonso, que ese es uno que gana casi siempre, pero la verdad es que la fórmula 1 no termina de engancharme.

En fin, todo parece indicar que me tocará seguir sufriendo hasta el final de la liga, esta liga que sospecho, terminará escapándosele al Barcelona, a pesar de esos goles de leyenda de Leo Messi y de esas genialidades, ya no tan seguidas como antes, de Ronaldiño Gaucho.

¿Me estaré volviendo culé?


TADEO

miércoles, 18 de abril de 2007

EL PECADO DEL SEXO


El tema del pecado de “la carne” siempre me ha movido a reflexión. Al respecto escribí una vez estas palabras que ahora comparto en este blog.

Siempre he dicho que la Naturaleza es una sola, y que todo lo que existe es obra de Dios, por tanto, tenemos que entender el mundo, el universo en su totalidad como un gran rompecabezas donde todas las piezas deben encajar.Tal vez podamos decir que Dios no puso la plata y el oro en las entrañas de la tierra para que nos hagamos relojes y cadenas, pero está claro que Dios entendió correcto hacernos seres sexuales.


Por tanto, practicar sexo, manifestar nuestra sexualidad, no debe entenderse como un acto antinatura, porque dicho acto no rompe nada de la naturaleza, no mata nada, por el contrario, es el acto humano capaz de crear, por demás, crea lo más importante que se puede crear, que es otro ser. En consecuencia, considero que deberíamos entender el sexo como algo sagrado.


Los seres humanos cuando amamos, sentimos la necesidad de fundirnos totalmente con la persona amada, por tanto, no es raro que queramos hacer el amor con esa persona, por necesidad de comunión de almas, de ser uno solo con la otra persona.Ahora bien, creo que el sexo, en cuanto apego a lo material, es pecado, pero no creo que sea el gran pecado de la humanidad. Los grandes pecados son aquellos que destruyen, aquellos que hacen daño al prójimo y a uno mismo. Por desgracia, en nuestra sociedad a veces desde la Iglesia Católica sobre todo, se ha perseguido el sexo como si fuera el gran pecado, y yo no creo para nada que lo sea.


Creo que la humanidad debería aprender a poner el pecado del sexo en el lugar que le corresponde.Desde mi punto de vista, el Cristianismo ha malinterpretado, ha dimensionado erróneamente, el pecado carnal. Lo cierto es que el ser humano se paralizó en nombre de la interpretación (a mi modo de ver, errada) de la palabra de Jesús durante casi 10 siglos.


Desde el siglo III hasta el siglo XIII, el mundo se llenó de oscuridad, y pretendiendo acabar con el impulso sexual, se potenció en muchos casos lo peor del ser humano: los odios, la falta de respeto por la vida, el egoísmo, el apego a la riqueza, y por supuesto, la sexualidad se convirtió en algo satánico, porque al estar prohibido, en la mente de los hombres, el sexo se convirtió en algo enfermizo en muchos casos. Pero no por ser malo en sí mismo, sino porque los seres humanos lo envenenamos.


La lógica más elemental dice que si una persona te desea sexualmente, ese deseo no te hace daño. Está claro que nadie toma por enemigo a quien te desea sexualmente. Por tanto, sabemos bien quiénes son nuestros enemigos y quiénes nos pueden hacer daño. En consecuencia, ahí es donde tenemos que buscar los pecados más importantes para atacarlos y destruirlos.


Tenemos la necesidad de hacer de éste, un mundo mejor para todos. La tarea que hay que realizar es inmensa, pero todo edificio tiene que empezarse por los cimientos. Así que creo que luchar contra el apego sexual como principal bandera de lucha, no tiene sentido. Creo que debemos empezar a luchar porque haya paz en el mundo, que no haya guerras, que la gente no sea egoísta, envidiosa, que la gente no se apegue a los bienes materiales. Creo que es necesario que todos nos sintamos hermanos, que nos sintamos felices cuando vemos felices a nuestros semejantes. Creo que es por aquí por donde debemos empezar a trabajar.


Con respecto al sexo creo que hay cosas que podemos hacer, y es quitar de la mente de los hombres esa visión pecaminosa y terrible de los deseos sexuales. Tenemos que aprender a no vernos como malos por tener impulsos sexuales, porque ellos son en última instancia, naturales, y no es lo peor que sale de nosotros.


Más que reprimirnos sexualmente, debemos empezar por reprimirnos de muchas otras cosas, porque los seres humanos muchas veces hacemos más daño con otras actuaciones y hasta con cosas que decimos, que con el deseo sexual.


Otra cosa es cuando tenemos comportamientos sexuales anómalos como cuando somos capaces de violar a una persona, o de manifestar actitudes pederastas. Eso ya es otro asunto. La ley debe ser severa con ese tipo de delitos. Pero creo que si somos capaces de relacionarnos sexualmente con normalidad, la sociedad se irá curando de esa mirada negativa que se tiene sobre el sexo.


Confío en que algún día el ser humano deje de ver el cuerpo del prójimo como una mercancía. El día que nuestro cuerpo deje de ser un tabú, el día que dejemos de avergonzarnos de nuestra desnudez, ese día acabaremos con la prostitución, con la pornografía, con esa mirada lasciva con que muchas personas se acercan al sexo.


Creo que tenemos que educar a la sociedad para entender el sexo sobre todas las cosas como algo positivo, algo que llena el alma, como algo que puede ser una prueba de buenos sentimientos como el amor, la confianza, el respeto, la alegría, lo placentero.


Cuando el sexo deje de ser visto como la encarnación de lo satánico, el mundo se librará de una gran carga.De hecho el propio Jesús decia:"Si te es posible abstenerte del sexo, hazlo". Pero Jesús estaba consciente de que casi nadie estaba preparado para esa abstinencia. Pues de hecho, el día que estemos todos libres y preparados para amarnos sin el cuerpo, el ser humano desaparecerá y empezaremos a vivir otro tipo de vida no humana.


Creo que vamos camino a eso, pero para conseguirlo, la visión de la sexualidad tendrá que cambiar mucho.Gracias a Dios el mundo evoluciona, y hoy mismo, nosotros hemos vivido el sexo de una manera mucho menos enfermiza que nuestros padres o abuelos. Eso es un buen síntoma, y esperemos que nuestros hijos lo vivan aún mejor que nosotros.Hay algunos que se escandalizan con la libertad sexual, y es cierto que no se debe caer en excesos, pero creo que esto es mejor que sentirse pecador por desear sexo.


Alguien me dijo una vez que un mundo donde todos tuvieran sexo con todos sería un caos, un infierno, que el mundo se vendría abajo. Esa idea no tiene ni pies ni cabeza. Yo le dije que el caos es un mundo donde los hombres se maten los unos a los otros, donde los hombres se dediquen a enriquecerse sin preocuparse por la vida del prójimo, un mundo donde unos viven con muchísimo, y otros se mueren de hambre, un mundo donde todo se convierte en mercancía, un mundo sin ética, sin moral y sin principios, y donde el dinero es quien lo rige todo. Ese mundo sí que es un caos, y ese es el mundo en el que vivimos.

Un mundo donde las personas se relacionen sexualmente con mucha más libertad y donde el sexo no tenga que estar atado al matrimonio, una sociedad donde el matrimonio no encarcele el sexo, no tiene que ser necesariamente un caos.
Algunos piensan que en un mundo así, las personas se pasarían la vida fornicando. No lo creo.


En las sociedades primitivas donde las personas se relacionaban sexualmente con libertad, las personas no se pasaban la vida entregados al placer sexual, y nunca esa libertad fue un freno para su desarrollo. De hecho las sociedades griega y romana, que tenemos como referente de depravación, nos han dado muchísimos ejemplos de cultura y de sabiduría.


Es bien sabido que hoy seguimos tirando del derecho romano, y seguimos tirando de los filósofos griegos, y de ellos hemos tomado la poesía, la novela, el teatro, en fin, que al final, cuando el hombre despertó de su letargo de 10 siglos de oscuridad, tuvo que mirar a Grecia y Roma para echar a andar de nuevo. Y la represión sexual de la Edad Media, fue mucho más dañina que la libertad sexual de griegos y romanos.


Aunque esta idea nos cueste aceptarla, la historia está ahí.Sé que ahora mismo no estamos preparados para aceptar un mundo donde el sexo sea libre, pero lo cierto es que aunque nosotros no lo viviremos, el mundo va hacia ahí. De hecho hoy por hoy en occidente, el 45% de las personas en edad de casarse, no lo hacen, y eso es, entre otras cosas, porque se empieza a ver el matrimonio como una prisión, como algo que no libera al ser humano, sino como algo que lo apresa, y entre las libertades que más de menos se echa en medio del matrimonio es la libertad para poderse acostar con quien uno quiera.


Mucha gente, incluso, llamándose cristianos, dicen: "Antes de casarte, disfruta bastante de la vida", y a las claras se están refiriendo fundamentalmente, a disfrutar de la libertad sexual.En conclusiones, desde mi punto de vista, todo apego a lo material es pecado, pero la tarea de orden ahora mismo, es eliminar la visión satánica que se tiene del sexo.


Y termino diciendo lo que siempre digo:"Pensar que se puede llegar al amor espiritual obviando el amor sexual, es como pensar que se puede aprender a caminar sobre las aguas sin antes haber aprendido a nadar.

TADEO

martes, 17 de abril de 2007

EL PIANO DE DIOS

Dios está tocando su piano divino. Nosotros los seres humanos correspondemos a cada una de las teclas de su maravilloso instrumento. Interpreta con todos nosotros una hermosa melodía, una melodía celestial. Dios no hace distinciones entre las teclas, algunas son negras, otras blancas, para él eso da igual, todas le importan lo mismo.
Se aprovecha a cada paso del sonido particular de cada una de las teclas, ese sonido que ninguna puede dar por la otra. Mientras tanto nosotros, las teclas, nos ponemos a discutir pensando que sonamos mejor que las demás, y nos ponemos a contar las veces que Dios ha pasado su dedo encima de nosotros. El egoísmo y la vanidad nos mata, y en esa lucha, en esa desesperación de ensalzar ese acontecimiento que nos eleve, alimentando una vana necesidad de distinción, nos perdemos la música celestial del mejor de los pianistas.

TADEO

TAMPONES ANTIVIOLACIÓN

María Antonia había despertado muchas veces en medio de aquella pesadilla terrible en que un desconocido se abalanzaba sobre ella para violarla, así que aquella mañana en que escuchó la noticia de la aparición en el mercado de los tampones anti violación, pensó que por fin a alguien se le había ocurrido algo bueno. Se levantó dispuesta a encontrar y llevarse a casa unas cuantas cajas de este singular artilugio que provisto de cuchillas cortantes, convertirían su vagina en la boca de un lobo feroz, capaz de dejar fuera de combate al más temible de los violadores. No demoró mucho en encontrar lo que buscaba, así que pronto se vio de regreso a casa como una niña con zapatos nuevos. María Antonia por fin se sentía lista para enfrentarse al violador de sus sueños. Salía a la calle a altas horas de la noche y se paseaba por aquellos sitios donde había oído hablar de la existencia de hechos sexuales violentos, pero nada de nada. No aparecía la ansiada víctima. Parecía que la tierra se había tragado a todos esos depravados. Incluso se atrevía a mirar a los ojos a los hombres. Se les acercaba desafiante para ver si de este modo se producía la deseada experiencia sexual.Pero el tiempo pasó y María Antonia comenzaba a perder las esperanzas. Llegó a pensar que tal vez lo de comprar tantas cajas de aquellos carísimos tampones y utilizarlos durante años no había sido una buena idea. Un buen día, cuando ya estaba a punto de tirar la toalla, en el lugar más insospechado, un señor se le acercó por detrás y la apretó con fuerza contra su cuerpo. Ella sintió un sobresalto que no supo definir. No sabía si era miedo, rechazo, euforia, o qué. Lo cierto es que aquella presión masculina le estaba produciendo en el cuerpo una súbita explosión de satisfacción. Llevaba puesto su tampón antivioladores, así que no tenía nada que temer. Aquel señor más que angustia, le estaba dando placer, pero no placer sexual, es que sin saberlo le estaba dando sentido a los últimos años de su vida.Ella buscaba su excitación y deseba que a esas horas la erección no fallara. Como si de un amante se tratara le rogaba: -Por favor, penétrame, penétrame. Hazlo ahora, por favor.El señor no entendía nada y comenzaba a dudar si hacerlo o no. Al final, después de sopesarlo unos segundos, terminó por colocar su miembro viril en las entrañas de María Antonia. Luego del mete y saca inicial, y la cara de expectación de ella, parecía no suceder nada. Aquel señor se la estaba pasando bien, le gustaba sentirse dentro de ella. María Antonia le estaba proporcionando placer.Ella no entendía nada. Sus pensamientos corrían como el viento en busca de una respuesta, hasta que por fin reparó entre gemidos:-¿Sería la fecha de caducidad?

TADEO

lunes, 16 de abril de 2007

CAPERUCITA

-Ana, mi amiga, no te vas a creer lo que me ha pasado. Te cuento rápido porque tengo poco saldo. Esta mañana estaba en la parada de autobuses. Ya sabes que voy a visitar a mi abuelita todos los sábados por la mañana y le llevo la comida y la cena de ese día. Nada, cosas de mi madre. Unos pollos cocinados, vegetales embotados, algo de fruta. Pues puedes creer que estaba allí y el autobús de las 9 y 30 no llegaba. Parecía que había problemas. Estaba tensa, y para colmo un chico de unos 30 años no dejaba de mirarme. Culpa mía tal vez. Es que me había encasquetado ese chándal rojo pasión del que te hablé, sí ese que me queda tan mono y que me destaca todo el cuerpo. Aquel chico no me quitaba la vista de encima, parecía querer comerme. Me miraba sobre todo de cintura para abajo. Yo estaba de los nervios. La gente decía que tal vez la carretera estaría cortada, por un tema de huelgas, ya sabes como es esto por aquí. Pues nada, que la gente empieza a decir que se iba, y yo allí con aquella comida que se me podía estropear. De repente el chico se me acerca y me dice que me conoce de vista, que todos los sábados me ve en la parada y que hoy estaba con mi chándal rojo más bella que de costumbre. Me pregunta que a donde voy y le digo que a casa de mi abuelita. Le digo más o menos por donde es, y ¿sabes qué?, se brindó a llevarme en su coche. Dijo que se le hacía camino, qué sus abuelos también vivían por allí y que ya de paso aprovechaba para verlos.
En dos minutos tenía su cochazo aparcado frente a la parada de autobuses y con una sonrisa amable me pidió subir. Así que lo hice y nada, que una a veces es un poco atrevida, y no te voy a mentir, el chico estaba como un queso. Pero, hija mía, entonces fue cuando vino lo bueno. Ni te imaginas lo que me pasó. ¡Qué mal rato! No quiero ni acordarme. Pero es que yo también, es que soy tan ingenua y tengo tan mala suerte con los hombres. Bueno, te cuento todo luego, que tengo poco saldo y esta salita de espera de la Policía Municipal es muy pequeñita y está que no cabe un alma, así que no estoy en condiciones de contarte lo demás. Nos vemos esta tarde.Que sí, que paso y te cuento todo, descuida.


TADEO

domingo, 15 de abril de 2007

DESTINO DE CERRAJERO


-Manuel, tú eres la persona ideal para participar en el concurso de la tele. Vamos, anímate que hay mucho dinero en juego. El millón de euros puede ser tuyo, me decían todos al verme desempeñarme con destreza en mi oficio de toda la vida. Luego de 20 años trabajando como cerrajero, lo conocía todo sobre llavines y candados. Aquella era mi gran pasión.
Nadie lo sabía, pero hasta me había dado el lujo de poner en la puerta de mi casa un sofisticado llavín, uno de esos para expertos, uno de esos que aterrorizaban a los ladrones más hábiles. A veces hasta la mismísima Policía se acercaba a mi establecimiento para pedirme ayuda en algunos casos de hurtos y robos con fuerza.Pero la tele no era para personas como yo. Así que seguramente más de uno se asombraría al verme concursando aquella noche.
Prueba tras prueba el grupo inicial de concursantes se fue diezmando, y una hora después ya estaba en la gran final. Sólo me quedaba un candado por abrir, uno de los modelos más difíciles, uno poco usual, pero no me resultaba del todo desconocido. Me dieron veinte segundos y un buen manojo de llaves. Por fin dijeron: ¡Tiempo!
Mis manos repasaban veloces las llaves. Sabía bien cuáles de ellas serían inservibles y cuáles, las posibles candidatas. Estaba tenso y sudaba como si aquellos focos fueran auténticos soles del desierto. El tiempo corría imparable, se me escurría entre las manos sudorosas. Probaba una vez y otra vez, con una llave y con otra.
El público seguía con la mirada mis movimientos, mi cara de tensión, mi angustia, mi millón de euros en la cuerda floja, y al final, la gran decepción. El tiempo se había terminado.
Salí de aquel lugar triste, abatido, ridiculizado. Mi cabeza quería estallar. Llegué a casa. Necesitaba dormir. Saqué del bolsillo mi juego de llaves, intenté abrir la puerta, pero increíblemente no podía hacerlo. Las manos me temblaban. Lo intenté una y otra vez, pero nada. El maldito llavín para especialistas. Desistí de hacerlo. En aquellas condiciones me había vuelto incapaz de abrir un candado o una cerradura.
Necesitaba dormir, poner fin a aquel día funesto en el que todo me salía mal. Me fui a un motel de mala muerte. Me acerqué a la barra para beber una cerveza y matar el calor. Muy pronto se me acercó una chica vestida con ropas provocativas. Era una prostituta que ejercía en aquel lugar. Me miró fijamente y sonrió. Le pedí algo de beber como es la costumbre en estos casos. Ella buscó con su mano mi entrepierna, frotó y consiguió su objetivo. Me invitó a subir a su habitación y yo necesitaba una cama.
No tengo que decirles quién abrió la puerta. Rápidamente me quité la ropa y me lancé entre las sábanas como quien se lanza al mar. Ella puso música y empezó a desnudarse lentamente, como en una danza ritual. No estaba mal. Había conseguido excitarme con sus movimientos sensuales de caderas. De pronto la escena erótica se tornó para mí en una pesadilla.
-¿Eres el de la tele, verdad?, dijo la chica mostrándome un juego de llaves. Pues espero sepas usarlas. Me he puesto un cinturón de castidad.


TADEO

TREN RÁPIDO



-Pues como todos sabemos, el desarrollo de la ciencia y la tecnología ha llegado también al mundo de los trenes, dijo el profesor con cara de orgullo a sus estudiantes de bachillerato.
Quién nos iba a decir que íbamos a poder viajar de Madrid a Córdoba en 35 minutos, de Madrid a Barcelona en poco más de 3 horas, y así sucesivamente. No hay dudas de que si en algo estamos todos de acuerdo es en que el futuro será maravilloso y que todos estos avances sólo pueden traer felicidad y confort a nuestras vidas.

Los rostros de los estudiantes estaban iluminados, siguiendo con atención las palabras de un emocionado profesor que no podía disimular su euforia. Sin embargo, María Antonia parecía contrariada. Su cara era un verdadero poema.
-¿Qué te pasa? Dijo el profesor con dulzura. ¿Acaso no te interesan estas cosas? ¿Acaso piensas que estos adelantos no van a influir positivamente en tu vida?
-Influir como influir, lo harán seguro, dijo ella, pero en mi caso tal vez lo hagan negativamente.
-¿Cómo es eso posible, María?, preguntó el profesor.
-Pues mire usted, respondió ella. Este próximo San Valentín había quedado con mi novio para subirnos en un tren con coche cama y hacer el amor durante 6 horas seguidas. Queríamos contagiar con nuestro amor toda la geografía que transitáramos a nuestro paso, pero ahora con esos trenes rápidos...Diga profesor, ¿Hasta donde tendré que ir ahora en tren para tener mis seis horas de placer?

LOS GATOS Y EL CINE


El periodista encendió su grabadora y se dispuso a cumplir con la compleja tarea de entrevistar a aquel extraño y controvertido director de cine. Iba precavido, pues sus compañeros de profesión le habían asegurado que aquel hombre estaba medio loco, y que le podía dar las respuestas más descabelladas. –Ve preparado para escuchar cualquier cosa, le habían dicho.Periodista: ¿Podría contar para los lectores de mi revista, cual fue el motivo que lo llevó a hacer del cine la profesión de su vida?Director: Los gatos.Periodista: ¿Cómo que los gatos? Respondió aquel.Director: No le miento ni le tomo el pelo. Los gatos me llevaron al cine. Le contaré.Hasta los 14 años el cine no era para mí gran cosa. De hecho iba poco, pero por esas fechas sucedió algo en mi vida que me ató al cine para siempre. Estaba yo en el jardín de mi casa jugando con mis dos gatos. Mi juego preferido consistía en lanzarlos para la casa del vecino. Luego los llamaba: “misi misi”, y ellos regresaban obedientes.Pero un buen día los gatos no regresaron. Esperé unos minutos junto a la tapia, pero nada. Así que intrigado busqué una escalera y me asomé al otro lado del muro. Una vez allí pude ver junto a la piscina del vecino a una chica de unos 20 años dándose una ducha. Estaba completamente desnuda. Imagínese usted. Era la primera vez que veía a una mujer desnuda delante de mí, y la visión de aquel cuerpo perfecto, de aquellos pechos de infarto, de aquel cabello agradecido, de aquella piel dorada y jugosa, de su sexo húmedo y enloquecedor, me dejaron paralizado. No podía quitar mis ojos de aquella escultura viva y sensual.Allí estuve hipnotizado varios minutos, hasta que la madre de la chica llegó y me vio allí hecho todo un fisgón. Me gritó que me bajara de allí inmediatamente. Y mientras abandonaba a la carrera aquel lugar, escuché su voz que decía:
-Esto no se va a quedar así. Esta misma noche iré a hablar con tus padres.
Así que me duché temprano y esa noche temprano me fui al cine. Pero al regresar, constaté que aquella señora no había estado por allí, así que al día siguiente volví al cine, y así muchas noches seguidas hasta que el cine me atrapó. ¿Ves que no mentía cuando dije que los gatos me habían llevado al cine?


TADEO

EL SALTO DE ÁNGELES


Un segundo después de que Ángeles decidiera lanzarse al vacío desde la azotea de aquel rascacielos ya se había arrepentido. Siempre le pasaba igual. Apenas una decisión tomada entre temores, y segundos después la sombra del arrepentimiento aparecía como un fantasma en su conciencia. Pero esta vez Ángeles había ido más lejos. Su cuerpo se precipitaba al vacío irremediablemente. Esta vez su arrepentimiento no podía detenerla, no podía echarle el freno como tantas veces le había sucedido a lo largo de su indecisa vida. Estaba feliz por ello. -A veces cuesta horrores la felicidad, pensaba, mientras su cuerpo descendía a la tierra con una fuerza aproximada de unos 9, 8 Newton sobre Metro al cuadrado.

jueves, 5 de abril de 2007

LA NOVIA DE CUBA




Me desordeno, amor, me desordeno
Carilda Oliver Labra

Rondaba la Muerte la casona de Dulce María Loynaz, aquel 10 de diciembre de 1996. La gran poetisa cubana, premio nacional de literatura y premio Cervantes, cumplía 94 años e intuía que la vida se le escapaba como ese río que una vez, entre sus brazos, creyó abrazar.

Llamaron a su puerta y unos ojos verdes, se encontraron con los ojos serenos de Dulce María. Eran los ojos de su amiga y también gran poetisa matancera Carilda Oliver Labra: la novia de Cuba. Dos mujeres insignes de nuestra literatura, ya en el invierno de sus vidas, conversaban amigablemente de sus cosas:
-Carilda, le dijo Dulce María como si le hablara a una hermana, no pierdas el tiempo. Dedícate a lo que tienes que dedicarte, que es desarrollar el don con que has venido a la tierra: la palabra escrita”.
-Tienes razón, respondió Carilda. “He perdido mucho tiempo. Me he ocupado de muchos deberes pequeños en lugar de ocuparme de un solo deber grande: escribir”.
-Todavía estás a tiempo. Lucha, le dijo ella.
-No, Dulce María, ya paso los 70, ya no estoy a tiempo, replicó Carilda.
-Tú si estás a tiempo. Quien no está a tiempo soy yo.

Meses más tarde nos abandonaba Dulce María, una de las voces líricas imprescindibles de la lengua castellana del siglo XX. Quizás alguien llegara a asociar esta muerte con la visita de Carilda Oliver. De ella se decía que traía la muerte consigo, porque muchos de sus seres queridos, morían inexplicablemente, como si la poetisa fuera una suerte de mensajera de “la dama de la guadaña”.

Esa mezcla explosiva y letal de talento y de belleza irresistible, aderezó esta leyenda negra que decía que sus parejas estables, amantes y hasta incluso, sus enamorados, terminaban muriendo o padeciendo las suertes más aciagas.

No me pondré a enumerar fallecidos. Sólo a los imprescindibles. Su primer esposo: Hugo Ania Mercier, quien se suicidó algún tiempo después de divorciarse de ella. Su segundo esposo, Félix Pons Cuesta, muerto en plena juventud, su amigo poeta Rolando Escardó, quien encontró la muerte en un trágico accidente automovilístico, entre otros.

Pero tal vez el cadáver más célebre que pasara por la vida de Carilda Oliver, fue sin dudas Hernest Hemingway, a quien conoció casi por azar, la única vez que se le vio al autor de: “El Viejo y el mar”, por tierras yumurinas.

Carilda le entregó la llave de la ciudad, y él en cambio la invitó a dar un paseo en lancha por la bahía.En aquel inolvidable paseo de 9 horas por la bahía matancera, donde el afamado novelista se dedicó a halagar los encantos de la joven, comparándola con la mismísima Marlene Dietrich, tal vez se gestara su posterior suicidio. Quién sabe si pudo haber sido fatídica su inmersión en las peligrosas aguas verdemar de los ojos de la hija ilustre de la Atenas de Cuba.

Más allá de cualquier leyenda o elucubración, la realidad es que Carilda Oliver Labra es una de las poetisas más grandes de toda Latinoamérica. Ella podría jactarse de que su obra poética es, entre la de todos los poetas cubanos vivos, la más conocida, la que más arraigo popular presenta.
De ella ha dicho el poeta y crítico literario Virgilio López Lemus: “Fiel a sí misma, a su ciudad y a su elegido camino poético, Carilda Oliver Labra es, literariamente hablando, el mejor ejemplo cubano de simbiosis entre recursos expresivos vanguardistas, del neorromanticismo y de la poesía coloquial”.

Quien no haya leído su obra, debería hacerlo ahora mismo. Disfrutar de su voz poética, es un auténtico regalo de la diosa Poesía. El cuerpo poético de Carilda es como un ser mágico que se despierta ante nosotros y nos traslada a un mundo delicioso. Poder ver el universo desde sus ojos, es sin dudas, una suerte y un privilegio.

Desde muy niño escuché yo hablar de ella, así que cuando descubrí su poesía, y supe la dirección de su céntrica casona enclavada en la Calzada de Tirry Nº 81, muy cerca de la estación de autobuses, y también de la casa de mis abuelos, no me privé de detenerme en su ventana para ver si la veía, con la ilusión de al menos decirle: “Carilda, me he enamorado de sus versos”.

Cada vez que visitaba “la ciudad de los puentes”, merodeaba yo por allí armado de mis versos, pero nunca me atreví a llamar a su puerta. Aún hoy sigo deseando hacerlo, pero el miedo me paraliza. Si algún día me decido a dar el paso, ya veré si me da tiempo a contarlo.
José Tadeo Tápanes Zerquera.

AMANDO A SILVIO RODRÍGUEZ




-¿Te molesta mi amor?, pregunté aquella noche a mi chica, mientras en el escenario Silvio Rodríguez, inundaba la noche antillana con sus inmortales melodías. Yo estaba celoso del más grande de los trovadores cubanos y ella lo sabía, pero jamás le dio importancia. Decía con descaro, que quería tener un hijo con él, y esas cosas caen pesadas en el alma de un adolescente de 17 años.
Aún así, aceptaba yo a regañadientes aquel amor compartido que surgió, ironías de la vida, gracias al mismísimo Silvio.
Alicia y yo nos conocimos de manera fortuita en la biblioteca de la Universidad. Aquel día no se fijó ella en mí, más bien lo hizo en la foto de Silvio Rodríguez que usaba yo para adornar mi carné de identidad. Era una foto rara del cantautor. Alicia se acercó a mi mesa y me dijo, toda sorprendida:
-¿Te gusta Silvio Rodríguez?
-Mucho, le respondí.
Ella, sin poder contener la emoción, sacó su D.N.I. y, bendita casualidad, traía en él, aquella misma foto. Fue una premonición y no la dejamos escapar. Terminamos siendo novios, un noviazgo de tres personas: ella, Silvio Rodríguez y yo.
Más allá de estas historias de amor y celos con el dueño del unicornio azul, nadie puede negar que buena parte de la juventud cubana nacida con la Revolución, le debe a Silvio y a sus compañeros de música, el haber crecido en medio de un ambiente musical envidiable, escuchando textos repletos de calidad y de talento, llenando nuestras mentes del gusto por el cultivo del intelecto, y nuestras almas, de un mundo lleno de magia y de poesía.
Silvio, y el movimiento de la Nueva Trova, puso una voz genuina a esa nueva Cuba que todo su pueblo construía y construye aún, y de la cual, la juventud, esa juventud nacida y formada en el espíritu de las ideas socialistas, es sin dudas, su obra más valiosa.
Los músicos cubanos, y en especial los trovadores, con Silvio Rodríguez a la cabeza, tuvieron la suerte inmensa de poder crear en un país libre de esas trabas, que en muchos otros sitios maniatan y ahogan en buena medida el acto creativo.
Ahí está su música, y su público incondicional disperso por toda la geografía terrestre, agradecidos y encantados con su arte, dichosos de haber podido disfrutar de ese universo que él creó y puso al servicio de todos.
Silvio Rodríguez Domínguez nació el 29 de noviembre de 1946, en San Antonio de los Baños, actual Provincia Habana, en un hogar humilde. Él mismo se encargó de decirnos en una canción que él es de donde hay un río, de la punta de una loma, de familia con aroma a tierra, tabaco y frío, y así lo hemos archivado sin reparos en nuestra memoria.
Hijo de Víctor Dagoberto Rodríguez, campesino tabacalero, y de Argelia Domínguez León, peluquera y gran amante de la música, de la cual, al parecer, el pequeño Silvio bebió el gusto por la música. De los labios de su madre escuchó por primera vez todas esas canciones memorables que forman parte del patrimonio de la canción cubana, tanto danzones, como boleros, como canciones de esa trova cubana, de la cual Silvio y el resto de los troveros de su generación se convirtieron en sus más genuinos continuadores.
El 4 de marzo de 1964, fue llamado al Servicio Militar Obligatorio. Tenía entonces 17 años. En el ejército se compró su primera guitarra y de la mano de su amigo Esteban Baños, aprendió muchos de los secretos de este instrumento. A partir de entonces nacería su amor por ella, de la cual no se desprendería jamás.
En junio de 1967 se licenció del ejército, y un mes después ya estaba ofreciendo su primer recital en el Museo de Bellas Artes de la Habana, y el 18 de febrero de 1968, junto a Pablo Milanés y Noel Nicola, dieron otro, considerado histórico, pues se tiene como el punto de partida de lo que hoy conocemos como el Movimiento de la Nueva Trova Cubana.

Siendo yo un adolescente, los fans de Silvio conformábamos una suerte de sociedades secretas en la cual la entrada estaba restringida a aquellos cuyas almas estuvieran capacitadas para percibir lo excepcional en aquellas canciones.
Las silviófilas, adolescentes que amaban y admiraban a Silvio, eran chicas adorables, cultas, sensibles y por lo general hermosas. Al menos así nos parecían a los pocos chicos forofos de la literatura y el arte, que por entonces pasábamos de las discotecas y preferíamos asaltar por sorpresa aquellas reuniones melódicas donde se escuchaba y se estudiaba con avidez su producción musical.
El 29 de noviembre de cada año, realizaban una gran fiesta para celebrarle el cumpleaños, no importaba que Silvio no estuviera presente. Allí, aparte de escuchar su música, escuchaban las anécdotas de aquellos que tenían información de primera mano relacionadas con el cantautor. Historias tales como la de uno muchacho que consiguió que Violeta, la hija mayor del cantante, lo llevara a vivir a su casa durante 15 días. Dicen que Silvio, después de algún tiempo de verlo sentado a su mesa, le preguntó:
¿Y tú quién eres, que siempre te veo comiendo con nosotros?
A esos sitios llegué yo muchas veces, atraído por algunas de esas chicas misteriosas, y por tanto irresistibles. Previamente había tenido que estudiar cada letra, cada acorde, de la obra de Silvio(más de 600 canciones) para demostrar que no estaba allí por ellas, sino por el “mesías” de la trova que ellas adoraban. Sólo entonces, podía tener alguna posibilidad de cortejarlas, sabiendo siempre que se trataba de un amor compartido con el autor de El viento eres tú, y Mariposas.
Aquella noche del concierto, después de esperar durante horas pegado al escenario, para que Alicia pudiera disfrutar de cerca la visión de su amado trovador, y gritara eufórica al verlo salir al escenario, algo se resintió en mi interior. Entonces tomé prestadas unas palabras del propio Silvio Rodríguez, para decirle lloroso:
¿Por qué tú sigues, di,
matando este amor que hoy dejas?
TADEO

PEZ PELEADOR


Barakaldo, 1 de febrero de 2004.

Amada mía:
Dueña mía:

Escribo estas palabras para decirte simplemente que te amo. Sé que no me lo vas a creer. Nadie me cree, ni siquiera mis amigos más íntimos. Yo les digo que sí, que es amor lo que siento y que no dejaré que muera nunca dentro de mí este sentimiento que me hace andar como nadando por la vida. Yo les digo que es sencillamente cuestión de agallas, ya entenderás por qué.

Vivo cerca de ti y a la vez muy lejos. Desde los cristales del aposento en el que vivo te observo día a día, minuto a minuto. Descuida, no soy un vecino indiscreto que te espía con sus prismáticos. Vivo en tu misma casa, tu mundo es de alguna manera el mío. Soy ni más ni menos el pez peleador de tu pecera.

Llegué a ti el día que me compraste casi recién nacido en aquella tienda de peces. Desde ese día mi vida ha sido nadar para ti, moverme con gracia entre las olas inexistentes de una pecera que miras como quien escucha un disco largamente repasado. Yo sin embargo, siento latir mi corazón de pez enamorado cada vez que te inclinas junto a mis aguas dejando ver la insinuación de tus pechos hermosos. Mis ojos no pueden dejar de mirarte y mis aletas se estremecen y se ponen tensas, y mis gestos en el agua son nerviosos y raros. Todos los peces me lo notan, no lo puedo ocultar. Al principio lo negaba, pero ya todos los vecinos de esta pecera saben que es amor, que soy un pez enloquecido por el amor de su dueña humana.

No me preguntes cómo nació y germinó dentro de mí este sentimiento abrazador. Mis compañeros de pecera dicen que soy un inmaduro y un irresponsable, que debo poner en mi corazón a una hembra de mi especie, que me olvide de las historias de sirenas, que todo es pura invención de los escritores, historias para entretener a los niños, pura fantasía. Tal vez sea cierto, pero a estas alturas de mi vida, sólo siento ante mí las olas de esta pasión irrefrenable que me une a ti sin más remedio que seguir aleteando hacia delante hasta las últimas consecuencias.

Quiero decirte ahora que me miras con ojos amorosos, ahora que me confías en silencio los secretos de esa soledad que sientes, que yo también me siento solo y que a la vez que procuras, mirando los colores de mi cuerpo, olvidar tu soledad, yo también busco entre las curvas de tu cuerpo, en la miel de tus ojos, en el sonido suave de tu respiración pulmonar un poco de aliento y un motivo para vivir. Quiero que sepas que tu compañía es para mí la compañía con mayúsculas, la única que deseo. Debes creerle a esa amiga tuya que siempre te dice que el amor puede estar delante de tus narices, al doblar de la esquina, donde menos te lo esperas, porque así es.

No me tomo a mal tus olvidos dejándome semanas sin comer. Dicen que el amor quita el apetito. Yo sé que es verdad. Otros peces se quejan, pues de todo tiene que haber en este mundo nuestro, pero no te preocupes, aquí me tienes a mí para defenderte de quienes no te quieren bien.

Sabes, el otro día mientras llenabas con tu cuerpo aquel minúsculo bikini verde azulado, momentos antes de marcharte a la playa, me hiciste soñar despierto. En mi sueño me pedías que te enseñara a nadar. Llevo días soñando que nos vamos juntos a mar abierto y que me besas bajo las aguas hasta agotar tu respiración. Fue este mismo sueño el que me llevó luego a concebir en mi mente aquella idea arriesgada que todos tomaron por suicida.

Una tarde, aprovechando que cambiabas el agua a la pecera, salté desde ella al suelo ante tus ojos asustados. Reduje mi vida a 8 segundos escasos de respiración. Puse mi vida en peligro por ti, por nuestro amor, por tenerte cerca. No me importó morir. En aquel momento sólo tenía claro que necesitaba sentir el roce de tus manos. No sé, necesitaba saber que mi vida tenía alguna importancia para ti. No sabes cómo disfruté el calor de tus manos, tu voz entrecortada, el susto que te dio la posibilidad de mi muerte. Fue realmente hermoso. Puse en peligro mi vida para recibir mi deseada recompensa. Así entiendo yo el amor, hay que darlo todo por lo que se quiere.

El gato lo sabe todo, lo sospechó todo desde el principio. Por eso somos enemigos irreconciliables. Él odia el amor que ve en mis ojos y yo lo odio a él con tanta o más fuerza. Está celoso y pretende hacerte suyo. Por eso anda siempre tras de ti como una sombra con su patético ronroneo. Yo, desde mi trinchera de agua y cristales, lo reto a muerte mostrándole bajo mi piel la mayor de mis espinas. Él, por su parte, sueña cada día con devorarme de una vez, más por celos que por su natural instinto depredador.

Te agradezco el alimento especial para peces que nos compraste por Navidad. Tiene buen sabor y es realmente nutritivo. Lo siento en la fortaleza renovada de mi amor por ti. Te necesito como al agua que respiro. No me olvides. Te amará siempre, tu:

Pez Peleador.