martes, 12 de junio de 2007

RAFA NADAL


RAFA NADAL

Siempre me gustó el deporte. Como todo buen cubano, practiqué un poco de béisbol, algo de ajedrez, fútbol, y luego en menor medida, el voleibol, el baloncesto, el atletismo( me encanta correr), algo de natación, etc.

El tenis ha sido un deporte que jamás lo he practicado. No he experimentado la sensación de pasar con una raqueta, una pelota de tenis por encima de una red, y ya no les digo nada, meter un saque en el cuadro de saque. Sin embargo, desde que vivo en España, junto con el fútbol, el tenis es el deporte que más sigo por televisión. Me encanta.

Los nombres de los top tem del cuadro femenino y masculino de este deporte ya no me suenan nada raros, y claro, tengo mis preferidos.

En el cuadro masculino son fan de Rafael Nadal, y en el cuadro femenino le sigo los pasos a María Sharapova. Alguno dirá que no soy tonto, y yo digo, pues no. Si puedo ser forofo del número 2 del mundo, ¿para qué voy a serlo del número 100?

Una de las cosas que más me llama la atención del tenis es cómo influye en el resultado final de un partido, la disposición psicológica. Quien no lleve a la pista la idea de que ganará el partido, es mejor que ni lo juegue, porque no podrá ganar. Esa fe, esa confianza en sí mismo es lo que hace grande a un jugador de tenis, claro, después de todo el potencial físico y la capacidad para hacerse a un deporte tan técnico como es el tenis.

La mente prodigiosa de Rafa Nadal, a pesar de sus 21 años es lo que ha hecho de él lo que es: “el rey de la tierra batida”, y uno de los tensitas más completos sobre cualquier superficie.

Lo que más me asombra de Nadal es la transformación que sufre cuando entra en una cancha de tenis. Parece otra persona. Cuando está fuera de la cancha, cuando lo entrevistan, parece una persona súper tímida, y seguramente lo será, pero cuando entra en la pista no se puede tener más seguridad que esa que él despliega, tenga delante a quien tenga delante. Esa idea fija de decir: “si juego bien y hago mi tenis, puedo ganarle a cualquiera”, es la clave de su éxito. Eso de pensar: “puedo hacerlo, aunque nadie lo haya hecho antes. He nacido para esto, tengo la oportunidad y no la desperdiciaré. Eso es lo que hace de él un verdadero Dios del deporte.

Siempre me he preguntado cómo debe ser la vida de un deportista de alto nivel, una vez que se acaba su vida deportiva. Dejas un recuerdo imborrable, te ganas el cariño de tu público, y en el caso de Rafa, también te aseguras una estabilidad económica, pues el tenis es uno de esos deportes de ricos, y no sé cómo lo hacen los ricos, para siempre estar cerca del dinero.

He escuchado que Rafa tiene sus supersticiones: que coloca los botellines de agua de determinada manera, que se coloca las medias antes de sacar, que limpia la línea del fondo de pista, etc. Yo debo decir que disfruto con cada una de sus victorias y que sufro con cada uno de sus reveces. Cuando él gana, yo estoy feliz y mi vida se llena de una energía nueva y renovada. Cuando él pierde, pues me digo: “Hoy no ha podido ser”. A mí me funciona, porque como casi siempre gana...

Aprovecho para dejarle mi enhorabuena por ese nuevo triunfo histórico que acaba de obtener en la arcilla de Roland Garros.

TADEO

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